viernes, 27 de junio de 2008

La intensa

De nuevo sonaba el teléfono. Aquel repugnante sonido ya me causaba un pánico impresionante. Miré la pantalla del identificados y recordé con tristeza "no tienes con que pagar el servicio de identificador...", así que contesté. 

Aquella voz me causaba repugnancia, fastidio, hartera. Su melodiosa voz me recordaba aquellos momentos de delirio y amor que viví mientras estuve ilusionado. Pero ahora me daba rencor. Ya no sentía amor. Pero la muy idiota aún sentía algo por mí. Me preguntó cómo me había ido en el trabajo, que si tenía hambre, que dónde estuve el fin de semana, que si estuve con Fulana o con Perano. El mismo interrogatorio al cual me veía sometido siempre que llamaba.

Quizá por eso la comencé a detestar. El amor ya hace rato se había perdido desde la noche en la que me dijo "de amigos no más". Yo acepté de mala gana, pero ella cambió de parecer mientras que ya estaba decidido a olvidarla completamente.

Y quién sabe cuándo me volverá a llamar? Cuándo volverá a inoportunarme? Quisiera gritarle cuanto la odio pero sólo me sale un "bien, bien... estoy bien."

Soy un completo cobarde. Adiós, Magdalena...

1 comentario:

Sebastián dijo...

Jodido asunto... no más palabras que esas... jejejejejeje.