viernes, 8 de abril de 2011

Relato del infierno

Sigo sin entender para qué escribo, si la inmensa mayoría de las personas se reirán de las trivialidades que aquí plasmo como preocupaciones. Pero mi razón es terca y quiere escribir. Pues estimado lector, si vas a reír destas confidencias, ríete lejos de mi presencia.

Mucho podría escribir en estas bastas páginas, pero el tiempo me reclama factura por hacer de él liberal manejo; para colmo de males, te distraigo, con fanfarronadas porque me avergüenzo de comenzar.

Ahora suenan fúnebres vuvuzelas y se escucha el llanto de un varón. El cielo de carga de nubes que lo acompañan en su tristeza. Se siente el temor en el ambiente. Ella se acerca, con una alegría mal disimulada -ella es feliz-, y se dispone a darle el pésame al agobiado varón: "pero podemos ser amigos, no te sientas mal, que yo te estimo mucho". En ese momento la tierra, en un momento de lástima, se abre en dos y el hombre cae en las llamas del tormento infernal.

Ahora, pequeño lector, ya que has reído hasta el cansancio, te confieso que la escena que acabo de narrar es una pesadilla que me consume, sin haberme sucedido aún esta vez. He salido varias veces del infierno y he reído; pero hoy, estoy más cerca del llanto y de las hogueras del subsuelo...

jueves, 7 de abril de 2011

Los delirios del fantasioso

Las ideas que llegaban a la cabeza de Víctor eran tan numerosas como gotas de la más copiosa lluvia. Chocantes, diáfanas, plenas, difusas, pasivas, agresivas, arrebatadoras, pacificadoras, etcétera. Caos total, un brusco bosque mental sin salida, con variados matices que al final no tenían definición. Una pistola en la cabeza y un purgatorio no tenían diferencia. Cuando se piensa de esta forma, el panorama se diluye, la identidad y la capacidad de distinguir se confunden con lo irreal, la brecha hacia la fantasía se convierte en un pincelazo abstracto de un artista anónimo que quiso hacer de su ocurrencia un dogma universal.
Hacía tiempo no ponía en marcha sus proyectos. Una barba mal cuidada, unas greñas dudosamente lavadas con agua - de buena suerte el agua sucia era un avance -, unas manos limpias - él batallaba con la pulcritud de las manos pues "ellas expresan nuestro ser", decía -. Una amalgama de confusión con un impotente deseo de orden propio podía ser una definición de este peculiar sujeto.
En ese estado de "descuido", no podía esperarse algo más que la natación mental en unas aguas dicotómicas. Turbulentas y pasivas, claras y difusas, angustiosas, temibles y tranquilizantes. Augurios equivocados eran los garrapateos que su imaginación desplegaba. Una y dos, tres, cuatro, cinco, siete, veintisiete, mil treinta y ocho, billon y medio con trescientos mil sesenta y cinco veces, creaba y recreaba posibles pasados, presentes y futuros, éstos, un mismo presente que sería pasado y futuro y la típica mierda al fin y al cabo, inasible.
Reconstrucciones tormentosas o purificadoras, amigas de la plenitud o emisarias de las más profundas agonías. Personajes reales, amores trasnochados, rancios y con la fecha de vencimiento caduca desde hace rato. Presente perfecto, distorsionado por las hipótesis, especulaciones falsas en el maremágnum de felicidad, amasijo inexacto de lo bueno y lo malo, esto último sin fundamento, porque sólo es conjunto de palabras que forman frases para ordenar lo que no se quiere ordenar.
Personajes falsos que venían en rescate de la adversidad, o en detrimento de la conformidad. Invenciones paliativas y destructivas, enfermedades aludidas, bienestar evadido, arco iris engañoso, barroquismo de circunstancias y sensaciones, de evidencias, remolino y bucle existencial, túnel absorbente, transporte de la destrucción anulando lo concreto.
Esa era la tarde de Víctor, sediento de su propia reivindicación y a la vez satisfecho por evitar la procesión de condicionales voluntarios e involuntarios por ausencia de claridad y sensatez. Ojos huraños, desconfiados y burlescos, fantaseando y delirando, celebrando y maldiciendo, orgulloso de la felicidad tejida en la trama del trasegar proporcionado en el ciclo condicionado.