martes, 10 de febrero de 2009

Viaje al INEM

Dedicado a Lina Bedoya (quizá ese fuese su nombre), y algunas personas a quienes guardo en mi memoria.

Hoy busqué, en el sótano de mi memoria, aquel viejo y polvoriento lugar que, confinado en mi recuerdo, albergaba infantiles e inocentes actos, variadas sensaciones de la temprana adolescencia, algunas antiguas amistades y varias enemistades, cuando me hallé de frente a él, como si fuese la misma muerte de visita.

Las viejas edificaciones se veían augustas ante el dorado color del atardecer, los desconocidos rostros ahora se veían más imponentes al dorarse ante el fuerte calor vespertino... tantos años habían pasado desde que había cambiado mi segundo hogar, tan desconocidos eran para mí aquellos rostros que con curiosidad me observaban y se reían, en corrillo, a mis espaldas. Quizá se debía a la presencia de un fósil viviente, anticuado ser que ellos mismos personificarán años más tarde; a lo mejor se acordarán de este insuceso y reirán, pero recordando su propia ingenuidad de aquellas épocas...

Sin embargo, no todo había cambiado. Después de todo, los antiguos bloques seguían en pie, resistiendo la erosión y el olvido. Para mi infortunio, en un Colegio "dura más un funcionario que un maestro". Pocos eran aquellos, los de la "vieja guardia", que seguían en pie, intentando aún convencer a jóvenes divertidos, experimentadores y atrevidos, de seguir el monótono, pero a fin de cuentas reconfortante camino de la disciplina y del estudio. Muchos habían ya sucumbido ante la proximidad de la débil, pero sosegada vejez y la reconfortante recompensa por dedicar su vida a la formación de hombres.

Quienes, sin embargo, seguían allí, eran aquellas humildes personas que, si bien no aportan conocimientos profesionales a los temporales habitantes de aquel vasto campus, con algunas conversaciones, consejos, e inclusive confidencias, también ayudan a los inexpertos juveniles en asuntos más vulgares, aunque no por ello menos trascendentales. Hablo, para concretar, de los porteros, aseadores, tenderos y trabajadores de oficina, a quienes también debo multitud de gratificaciones.

Cuando aquel albergue de mis memorias estaba ya a mis espaldas, supe que me había adentrado en un lugar mutado, dinámico y sorprendente, diferente al que yo había trasegado durante largos años de mi temprana juventud. Y sé que, cuando vuelva, encontraré un lugar más perturbado aún, ya casi desconocido, en el cual quizá no encuentre vestigio alguno de recuerdo, ni de personas que pasaron por mi vida de manera fugaz pero a la vez fulgurante.

2 comentarios:

Sebastián dijo...

Mijo... Excelente Relato... Excelente Reportaje, Reporte Artístico y Sentimental - Emocional que has hecho... captaste y plasmaste de manera contundente, pero explícita y detallada cada sentir sobre aquellos tiempos... me identifico con este tu escrito y me propongo a que si voy por allá, también haré una visión de mi parte.

Cuídate Mucho y de nuevo, acaba de quedar como uno de tus mejores...

Flako dijo...

Me ayudó mucho el haber leído estos dos últimos meses... y haber escrito el original en papel, a veces no logro plasmar bien las ideas directamente en el teclado (sic)