sábado, 30 de agosto de 2008

Encerrado en una casa

Camilo Jaramillo estaba arrepentido. Quería acabar de una vez con su mala imagen, y demostrarle a la sociedad que sólo era un honrado ciudadano. Pero primero tendría que esperar a que la reja que marcaba imponentemente la salida se abriera y pudiera salir de su vieja casa, de cuatro húmedas y frías paredes de cemento. Y esperar sobrevivir lo suficiente para buscar su familia sin ser abaleado por los transeuntes de su ciudad.
Faltaba un año para ello. No se afanaba por el paso del tiempo, ya que hace diecinueve años no salía de su odiado hogar. De hecho ya no lo odiaba. Se había vuelto hermano de sus otros dos habitantes, los cuales si estaban allí merecidamente. También sabia de memoria el menú de todo el año que le quedaba, ya que la papa cocida y el jugo de guayaba podrido se repetían diariamente. Además ya conocía a la perfección cada detalle y desperfecto de su hogar, que tristemente, tampoco era suyo. Era del gobierno.
Pronto saldría, y la gente sabría que él no fue encerrado allí por sus actos. Fue víctima de la injusticia de la corrupta rama judicial. Pronto demostraría que su reclusión fue injusta y quizá dejaría en ese mismo "hogar" a quienes lo juzgaron por la muerte de una bebé, dejando en la calle al verdadero culpable.

1 comentario:

Sebastián dijo...

mmmm, como siempre digo de tus escritos, COLOSALES!!!! Me alegra Socio de Blog que sigamos juntos en este proyecto, en este trabajo... me alegro de tenerte como Amigo durante estos ocho años, y espero que la amistad perdure, y que sigamos en esto, escribiendo cada día más.

Es un excelente relato, suscinto pero contundente, certero, consistente dentro de su brevedad.

Éxitos Constantes.