martes, 26 de agosto de 2008

Esquizo...

Martín llegó consternado... tiró la puerta con cierto agotamiento que más parecía afán. Lo había vuelto a hacer una vez más.
En su mente zigzagueaban un montón de imágenes variadas - y variables - que lo estaban agobiando, pero que a su vez, en el fondo oscuro de su ser, le generaban un placer orgásmico; de manera curiosa, solamente tal placer acaecía en el momento mismo de los actos que, posteriormente, con un arrepentimiento agónico y lastimero - reprochaba a sí mismo, y que en verdad eran repudiables por la sociedad en que había permanecido durante toda su existencia.
Se metió a la ducha luego de tirar la ropa arbitrariemente por toda la habitación. Se lavaba su cuerpo, pero sobre todo sus manos y sus partes con un asco incomparable. Asco hacia sí mismo, más asco de sí que de los demás, repudio, desdén, desprecio por ser quien era, por hacer lo que hacía.
La sustancia pegajosa que emanaba luego de placerse de manera inmisericorde a costa de otras personas menos fuertes que él se demoraría un poco más en desaparecer... era una de tantas evidencias físicas que quedaba como muestra de su acto; la otra, o las otras evidencias quedaban en otros lugares, donde quienes las portaban hallaban su ser y su vida totalmente laceradas, a tal punto que su posible recuperación sería casi imposible o quizá no existiría jamás.
Luego de unas dos horas, Martín estaba de nuevo, como siempre. El veterano ex seminarista de cuarenta y siete años veía dibujos animados mientras comía palomitas de maíz con nachos con queso y coca cola. No había evidencias físicas de su acto, no había hedores, ni sabores... pero en él, en ese pacífico y conocido por todos "religioso", "bondadoso" y "comedido" personaje, quedaba esa parte oscura de su vida, ese espectro, ese monstruo que lo acosaba y se apropiaba de él, para llevarlo de nuevo a empresas azarozas y transgresoras, empresas que él en su furor disfrutaba con enorme éxtasis. Podía ser un monstruo, o podía ser él mismo quien revelaba su verdadera "realidad".

1 comentario:

Flako dijo...

Lastimosamente muchas personas se acoplan a tu personaje, a ese doble perfil, todavía quedan muchos abusadores que muestran una cara bondadosa, no siempre comparable con sus actos.

Excelente relato. Este no es de pacotilla ni de "a cinco el cuarto", nada de eso. Aunque debemos de recordar que no somos ningún Borges, ni ningún Miguel de Cervantes Saavedra