domingo, 4 de julio de 2010

La agonía de los Santos

El mundo se acaba… el cielo está inundándose en llamas, la gente corre, desolada, buscando la salvación imposible; la bomba ha estallado.

Aunque la fuerza del artefacto ha destruído unos pocos edificios, la radiación ha penetrado en el corazón de todos los edificios -incluídos los refugios subterráneos- y la gente agoniza, viendo como su lacerada piel se desprende cada minuto, quedando en sangre viva, sólo quedando unos pocos minutos para un incierto arrepentimiento celestial, reflexionando si Yahvé, Alá, Buda, Visnú, o Josef Stalin, es el verdadero Dios, viviendo los últimos segundos en una agonía celestial, la esperanza de dejar de sufrir tan onerosos sufrimientos.

El aire se torna pútrido, infernal, abrasador, asfixiante; el olor a carne es insoportable. Los cadáveres se amontonan a lo largo de todas las ciudades del mundo. El armagedón ha llegado.

(Santos presidente, carajo!!!)

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