sábado, 29 de octubre de 2022

Libreto frívolo (e ingenuo)

 «El Calla»

«El Calla» es eso, un personaje que interrumpe, sin relevancia ni consistencia, la posibilidad de interacciones más profundas. No las busca, de todas formas; no le interesa llegar a ello, a no ser, claro, que el amor y sus complejidades, lo atropellen. «Calla», le susurra a la dama, posterior a un siseo prefabricado, aparentemente tierno y «sensual»; ha puesto alguno de sus dedos índices en los labios de ella. No deja de exponer su pasión, controlada, en inicio, camuflada en una pose cariñosa.

El Calla también puede escribir, parcialmente. Se vale, por lo general, de un «garrapateo» con frases y lugares comunes sobre el amor, pero sabe valerse de ese material para llegar a donde desea. Incluye, por supuesto, canciones, especialmente las que estén de moda y que pueden condensar ese «sentir».

«Ahhhh, es que son muy bobitas», cuenta El Calla, días después, gaseosa en una mano, arepa con una rodaja gruesa de salchichón en la otra, mientras sus amigos lo escuchan. Resuena la carcajada colectiva. Ya cayó otra callada. ¿Cuántas irán en la cuenta? Luego, ofrece detalles de su nueva conquista, mientras los demás, feligreses perdedores en esa religión malsana, siguen a su pastor con enorme devoción. Quieren aprender, pero reprueban las lecciones. Algunos también se van transformando en callas, lo consiguen y se jactan de ello, posteriormente. Difundirán la palabra entre sus diferentes círculos.

El Calla tiene novia. Es una compañera de otro grupo en el colegio. Ambos tienen catorce años. Ella lo busca con bastante insistencia, lo espera al salir de clases y quiere que se mantengan juntos. En la manera como lo mira, es evidente que está muy interesada en él, o peor, se está enamorando. Él parece estar incómodo, pero sabe disimular, al menos con ella, porque quienes realmente le conocen pueden identificar, sin mucho análisis, la actitud de él. Por supuesto, la novia también hace parte de las historias que enorgullecen a El Calla y que divierten a sus amigos.


El «héroe»

Hay alguien en ese grupo que no se adhiere a las maneras de los callas. Se considera buen amigo de El Calla, pero ajeno a su conducta. Observa con disimulada desaprobación, no concursa en el espectáculo de carcajadas ante las anécdotas del pintoresco y ordinario donjuán. A ese allegado le llamaremos J.

Meses después, El Calla ha terminado su relación con la novia (pongámosle, por nombre, L.). Nunca se la tomó en serio. A pesar de que J. ha sido un amigo cercano, nunca conoció a L., no se la habían presentado, pero, una tarde, se conocieron formalmente. Hubo cierta química; la comunicación entre ambos fluyó y él le pidió el número telefónico, el cual ella le proporcionó. Conversaban con frecuencia y las sesiones eran largas. J. comenzó a interesarse en ella en un plano posterior al amistoso.

Una de tantas noches de conversación telefónica, J. terminó revelándole sus sentimientos a L. Ella declinó su proposición de «trascender» la amistad; estaba afectada por la ruptura reciente con El Calla. J. insistió y, su argumento principal fue prometerle una mejor relación que la anterior, en la que su tristeza se borraría. Tenemos, entonces, un héroe, presto a «rescatar» a una dama en dificultades. Una pose bastante admirable, si no fuera porque realmente es evidencia de una candidez gigantesca, imbuida de unos enormes aires de suficiencia y una voluntad impositora que no trae nada bueno. Esa noche, en vez de «avanzar», comenzó a deteriorarse la relación entre J. y L., sin que ambos se percatasen, al menos en ese momento.

Días después, en época de vacaciones, J. volvería a insistir con su propuesta, la que expuso desde una cabina telefónica, a muchos kilómetros de distancia de la ciudad que ambos compartían. L. le respondería igual, «solo amigos». «Él te hizo daño, no te aferres más a eso, yo te demostraré que puedes superarlo». Ella no aceptó y J. decidió no insistir más, pero la situación se tornó incómoda para él, cuando, un par de semanas más tarde, al retornar a las actividades escolares, gran parte de los compañeros y compañeras de J. y El Calla sabían con detalles sobre la propuesta que el primero hizo a L. Nuestro caballero —otrora «heroico salvador» de damas «desafortunadas en el amor»— no solo se sintió abrumado, sino ridículo y fracasado y emergió en él la rabia con ella. Asumió que le había contado a varias personas, pero, su error de ingenua fue confiarle esa declaración de J. a El Calla quien, divertido y lenguaraz, fue el difusor del acontecimiento.

J. renegó de L., incluso la evitó durante varios días, hasta que, una tarde, supo la verdad. Entonces le ofreció disculpas y decidió ser otro callado, indirectamente, a consecuencia de las piruetas de su amigo El Calla. Nunca le reclamó a él, optó por un silencio que acrecentó su aversión al proceder de ese personaje. Se fue distanciando poco a poco.


Epílogo

L. siguió bastante aferrada a El Calla. Un par de años después, confluyeron en su primer encuentro sexual. Ella, entregada, él, explorando su virilidad adolescente. No había noviazgo, él seguía cortejando a distintas mujeres. En esos días conversó un poco con J. y, henchido de orgullo, le contó lo ocurrido. «Le quité el duro a L., papá. Esa vieja está enamorada, hasta dice que no le importa que yo esté con varias mujeres a la vez». J. había superado esa historia con L., pero no dejó de lamentar que ella aún fuera presa de un sentimiento tan fuerte hacia alguien como el personaje central de nuestra historia.

En alguna oportunidad, J. vio a El Calla escribiendo una carta para otra mujer. Él sabía, parcialmente, quién era la destinataria. Entonces, le preguntó «¿Es para la que tanto te gusta?» y remató «Vos estás enamorado de ella, ¿cierto? El Calla afirmó y luego contó que ella le había rechazado un intento de beso (la maniobra prefabricada no dio resultado y sí, nuestro protagonista tenía unos sentimientos más fuertes por la joven recién mencionada).

En J. pareció emerger un malsano placer, mezclado con una curiosidad que rayaba en lo morboso. «Y, ¿lloraste?». El Calla respondió «Sí. Claro». En esta oportunidad, fue sincero.


No hay comentarios: