viernes, 9 de mayo de 2008

Relato inconcluso posiblemente escrito en el año 2006

"Este fue mi intento de entrar en el relato psicológico, intentando analizar una mente enferma, pero dicho esfuerzo culminó cuando se acabaron las pocas hojas disponibles para seguir escribiéndolo..."

Martín López caminaba tranquilamente hacia su casa, observando el atardecer, aquel sol rojizo que ardía flamante sobre las plácidas nubes e irradiaba su calor a todas las tranquilas y serenas montañas, ya azuladas por su distancia. Era el fin de una era tormentosa, una era de tortura y martirio, y ahora nuestro querido amigo regresaba a su casa para poder disfrutar su triunfo.

Meses atrás, Martín había sufrido una serie de complejos personales, depresivos, que amenazaron directamente su vida. El peor enemigo del hombre es el mismo hombre cuando sus pensamientos así lo quieren. Pues bien, nuestro guerrero de la mente había sufrido una serie de fracasos amorosos, personales y laborales que lo hacían sentir todo un imbécil.

Aquel pobre hombre tenía un envidiable empleo: era vicerrector de la Universidad Latina, la más prestigiosa del mundo en aquel entonces. Tenía una bella esposa que le había regalado dos hermosas jovencitas: Carol y Julieth. A pesar de los años, Sandra, su esposa, lo seguía queriendo a él así como él la adoraba. En fin, para poder hundir a semejante alma en la depresión se necesitaba mucha fuerza o influencia negativa sobre ésta, pero lo cierto es que Martín, como todo hombre poderoso, tenía sus enemigos. Camilo, el ex-esposo de Sandra, era su peor enemigo.

Camilo Reyes era un hombre hermoso pero envidioso, mucho más envidioso que hermoso. Un ataque de celos arruinó su segundo aniversario y casi arruina la vida de su flamante esposa. Fue arrestado y condenado a 11 años en la cárcel, y divorciado de su esposa, por intento de hoimicidio. La cárcel jamás será una buena escuela, pues lo que entra allí sale podrido como cloaca india. Camilo salió de la cárcel, más envidioso y malo aún, tramanso una serie de asesinatos para aislar a su esposa y hacerla sufrir así como lo hizo él.

En aquel entonces, Sandra tenía ocho meses de embarazo de Carol, adeás Martín estaba sobrecargado, ya que se acercaa el fin de clases y la universidad estaba en paro. Se reunía temprano todos los días con las demás directivas para buscar la solución al paro. Cada solución que se encontraba era rechazada inmediatamente por el Dictador Latino, el hermético pero bondadoso Daniel B. Así, ya con un mes de paro, Martín se veía obligado a cancelar el semestre, peo ello contradecía sus principios. Él quería a sus estudiantes, pero el rector se hacía inflexible y casi siempre le echaba policía a los rebelados. Lo peor: la huelga o paro, si así se le quiere llamar, era justa (aumento de sueldo a los trabajadores y mejora de condiciones académicas), pero el Dr. Uribe se mostraba inflexible y ello provocaba tensiones con Martín, el "vice" bonachón.

Su hija Julieth de 7 años, tenía problemas de comportamiento. Nunca hacía caso de las órdenes de su padre y su madre, bueno, la madre estaba de cama, se agotaba muy fáciol y tenía una fuerte anemia. Ahora, Martín era padre y madre de la malcriada de Julieth, la cual no hacía tareas y se mostraba muy celosa hacia su casi naida hermanita, llamando la atenión de formas casi inimaginables. Un sábado, Martín llegó y encontró todas las llaves del agua abiertas, el piso inundado. En el centro del patio estaba la hija de p... orinando allí. Cuando la Juli vio la cara de enfado de su padre salió corriendo, sabiendo que su padre no podía alcanzarla. Pero Martín cerró todas las llaves (grifos), se relajó, se preparó, caminó despacio hacia la pieza de su hija, estiró la mano debajo de su cama para de allí sacarla, pero recibió un mordisco que le hizo sangrar su mano. Ahora, Martín se encontraba fuera de control. Furioso, le apretó la mano en el cuello para ahorcarla, la sacó de la cama, le dio una bofetada en la cara, rompiéndole su pequeña nariz, y la tiró en el suelo. Arrepentido, la paró, la limpió y se atricheró en su azotea con comida y vodka. El bueno de Martín estaba muriendo y pronto otro Martín surgiría.

Pero su encierro duró poco, quizá lo suficiente para que su hermosa personalidad se degenerase un poco. Diró quizá un día, el domingo. Por fortuna el lunes era festivo y podría reflexionar todo el día dominical y destensionarse. Pero fue imposible. Después de la "bofetada", su mente, tranquila durante veintinueve años, se encontraba ahora atormentada y remordida. Sólo pensaba en su esposa, tan agobiada por su carga humana, quizá ahora le odiaba profundamente por su crimen. Lo cierto esa que ahora Martín ya no era el de antes. Las causas de su crimen serían más profundas que la simple precipitación de los hechos. Las causantes de dicha catástrofe no habían sido precisamente la presión laboral y doméstica, no. Estas fueron sus detonantes, pero me refiero a causas más profundas, quizá un trauma en su infancia (como el que recién había causado a Julieth) o algún odio reconcentrado hacia alguien o hacia algo (¿Hacia Camilo?). Fueron energías mal canalizadas, estancadas, que estallaron en el momento inoportuno.

(aquí se acabó la cuarta y última hoja de papel)

1 comentario:

Sebastián dijo...

este cuento da ganas de ver si finalmente tiene un final... porque el hecho de que haya abofeteado a su hija, no quiere decir específicamente que se haya vuelto malo. Es decir, hay que identificar si simplemente tuvo un ataque de ira tras un prolongado estrés, o si de veras el volcán de sentimientos nefastos que Martín llevaba dentro de sí estaba por hacer erupción y/o erupcionó.