sábado, 10 de mayo de 2008

OLOR A PUTAS Y A TRAGO

Cuando entraron a aquél bar tenían claro a qué iban. Habían bebido en la misma acera de siempre, como todos los Sábados a la misma hora, el mismo trago, los mismos de siempre. Cuatro sujetos cuya edad oscilaba entre los veinticinco y treinta años. Solteros, dedicados a una vida sin obligaciones, pues lo poco que conseguían para sobrevivir lo lograban a partir de la venta de frutas o cualquier negocio que resultara, incluso hasta el más descabellado, ilegal y azaroso.
Luces violetas de neón se proyectaban dispersas alrededor de todo el recinto. Música electrónica, el ritmo acompañante de todo el escenario. Chicas desnudas, semidesnudas, voluptuosas, flacas, gordas, de muchas variedades rondando por el establecimiento, esperando que unas piernas masculinas las convidaran a sentarse allí.
El show era cada media hora. Los muchachos llegaron justo unos tres minutos antes de comenzar una de tantas funciones. Ya era costumbre, y por tanto las excitaciones adolescentes ya no existían en ellos, veían cuerpos desnudos y dialogaban de cualquier cosa que se ocurriera al son de los tragos, cerveza barata porque no alcanzaba para pagar el trago caro que hubieran deseado.
Ya eran clientes conocidos. De los que nada más beben y no se acuestan con ninguna de las mujeres, por diversas razones, no había plata, no tenían ganas, no les gustaban las muchachas, tenían pereza, preferían estar conversando y bebiendo, por no citar otras más...
Uno de los más jóvenes, de unos veintiséis años, había bebido como loco toda esa noche. Tratando de olvidar asuntos amargos de su vida, se refugiaba en el delirio viril que sentía al hallarse en un prostíbulo viendo mujeres desnudas, contradiciendo "la moral" que había aprendido en su casa, sintiéndose "macho", "el hombre malo", "libre".... en fin...
Esa noche Mario Cosio estaba totalmente ebrio. Manoseó, besó, fue besado, bebió, invitó a trago, vomitó, pataleó, incluso hasta peleó.
Llegó caminando a la casa a eso de las cuatro y media, para dormir hasta las ocho y cuarenta y siete con veinticinco segundos, despertarse y sentir el olor a cerveza penetrante, el olor de las mujeres que besó y tocó pero con las que no hizo el amor, de aquéllas repudiadas por muchos, valiosas para él, llenas de vida, de sentimientos, de cosas que él mismo podía ignorar, de esas que vulgar y ofensivamente llaman putas.

2 comentarios:

Flako dijo...

las quiere porque ellas no lo juzgan en su deseo de virilidad??? o sea que es una simbiosis entre él y las putas??? ni él las juzgan ni ellas lo juzgan???

Anónimo dijo...

... Me quede pensando en tí ...
Pues, jajaja, en cosas que han pasado, que has contado, que has compartido y que hasta has vivido. Cosas que muy pocas veces recordamos, que dejamos en el olvido sin saber lo poco o mucho qu significan para las personas que de una manera casi impresionante nos importan aunque por mero "pajazo mental" en el papel y en el abrazo no sean demostrados lo sentimientos encontrados por ahí....................................................... M